Nota Principal
EL LADO "B" DE LA INCINERACIÓN
"Yo creo que con la modificación del 2018 mataron el espíritu de la ley Basura Cero. Desde mi punto de vista, fue una mala decisión reformar la ley, por lo menos de esa forma, tal vez habría que adaptar las metas o algunas modificaciones de otro estilo se podrían haber hecho, pero habilitar la incineración desde ahora es directamente matar la ley", anuncia Alejandro Valiente, integrante del equipo técnico de la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCR).
En 2005 se decretó en la Ciudad de Buenos Aires la Ley 1854 de Basura Cero que planteaba la reducción de residuos de forma progresiva. Sin embargo, se incumplieron las metas establecidas, por lo que en 2018 se modificó la Ley permitiendo la incineración de los residuos.
La reforma es declarada inconstitucional en octubre del 2019 por la Jueza Elena Liberatori.Bajo los preceptos que se anuló la ley, se refutan los artículos 89 y 90 de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires. El primero de estos, plantea que se debe llevar a cabo el procedimiento de la doble lectura en códigos de Planeamiento Urbano, Ambiental y de Edificación, en Plan Urbano Ambiental de la Ciudad de Buenos Aires, entre otros. Mientras que el artículo 90 desarrolla los requisitos que se tienen que cumplir para la doble lectura.
Con respecto a la Ley Nacional 25916, se incumple el inciso F del artículo 3 que contiene un conjunto de operaciones relacionadas al condicionamiento y valorización de los residuos, entendiéndose por acondicionamiento a las operaciones puestas en práctica para amoldar los residuos para su valorización o disposición final. Por otro lado, la valorización hace referencia al procedimiento que brinda la posibilidad de aprovechar los contenidos en los residuos a través del reciclaje tanto de forma física, química, mecánica o biológica, y la reutilización.
Continuando con leyes, la reforma contradice los principios de progresividad y congruencia del artículo 4 de la ley 25675. La norma establece que la interpretación y aplicación, cuando se ejecute política Ambiental, deben cumplir dichos principios, entre otros planteados. El principio de progresividad anuncia que los objetivos en materia ambiental deben ser realizados de forma gradual, según las metas interinas y finales acordadas. Mientras que el principio de congruencia desarrolla que la legislación provincial y municipal sobre el ambiente decreta que se debe ajustar según los principios y normas que se despliegan en la presente ley.
Por otro lado, objeta los apartados 2.1.1.2 y 2.1.1.3 de la sección 2 de la ordenanza 39025. El primer apartado prohíbe la instalación de incineradores domiciliarios, y el segundo, impide la puesta en funcionamiento de incineradores comerciales e institucionales. Quienes incumplan lo establecido en dichos incisos tendrán la obligación de pagar un suplemento a la tasa de Alumbrado, Barrido y Limpieza.
Además de contradecir con lo que determina la ley, las plantas de incineración, según el informe de la Alianza Global para Alternativas a la Incineración, son generadoras de residuos peligrosos que causarían problemas en la salud en los individuos que estén expuestos. Algunas enfermedades pueden ser detectadas a corto plazo, pero otras son evidenciadas con el correr de los años y hasta podrían ser hereditarias y afectar a generaciones futuras.
Por su parte, la Sociedad Británica de Medicina Ecológica emitió un comunicado en 2006 enfatizando: "Los filtros de tela que usan comúnmente los incineradores sólo captan entre 5-30% de las partículas finas, y no atrapan las ultra-finas". Estas partículas atraviesan, no sólo los filtros de los incineradores, sino también los filtros que tenemos en nuestro cuerpo. Son capaces de arrastrar los químicos que son emitidos por los incineradores y de esta forma, ingresan en el ambiente y en el organismo de las personas. Por lo tanto, existe un alto porcentaje de que surjan problemas de salud, tal como cáncer, infartos, asma, enfermedades pulmonares, entre otras.
Alejandro Valiente, por su parte, opina que el impacto en la salud de las personas ocurre debido a que, en el proceso de incineración, se sueltan micropartículas al aire, que algunas son volátiles y debido a esto, pueden ser esparcidas y afectar las vías respiratorias de las personas. Además, afirma que se llevaron a cabo distintos estudios que confirman que pueden causar enfermedades como el cáncer.
Según Josep Martí Valls, Doctor en Medicina de la Universidad Nacional de Barcelona, a pesar de que las incineradoras incorporasen nuevas tecnologías en los sistemas de retención de partículas y contaminantes, se producen gran cantidad de sustancias nuevas de las cuales sólo se conocen entre el 10-20%. Esto se debe a su proceso de formación, como el material que se emplea para la combustión, la temperatura registrada y por la mezcla eventual de las sustancias. Como consecuencia de esto, se pueden constituir residuos con mayor nivel de peligro debido a la heterogeneidad que se presenta.
Asimismo, El Plan Estratégico de Residuos del Principado de Asturiasuno (PERPA) realizó un informe sobre de los compuestos orgánicos que se producen a causa de la combustión. Obtuvo que las sustancias conocidas como "dioxinas" pueden generar problemas en la reproducción y desarrollo, afectar al sistema inmunitario, interferir con hormonas y causar cáncer. En 1997, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), según estudios que se llevaron a cabo en animales y en humanos, catalogó a dichos compuestos como potentes cancerígenos tipo I.
Una de las características destacables de las dioxinas es su estabilidad en el ambiente, no se alteran en el agua ni en el suelo por décadas. Como son solubles en grasas, se pueden acumular en el tejido adiposo y así, se mantienen por gran cantidad de tiempo con la posibilidad de bioacumularse en la cadena alimentaria tanto animal como humana por más de 14 años.
Con respecto a este tema, el Comité Científico de la Dirección General de Salud de la Unión Europea afirmó que las plantas incineradoras son las principales fuentes de dioxinas en el planeta. Sin embargo, estas instalaciones no sólo producen esa sustancia que peligra en la salud de los trabajadores sino también furanos y otros compuestos que forman un conjunto de sustancias conocidas como Contaminantes Orgánicos Tóxicos Persistentes. Estos doce compuestos se encuentran catalogados como peligrosos debido al efecto tóxico que producen en los humanos como en los animales.
Las poblaciones que viven cerca también sufrirían efectos adversos. Según estudios publicados en Journal of Epidemiology and Community Health en 2003 se demostró el riesgo de tener hijos con malformaciones genéticas o mortalidad en los nacimientos. Además, la cercanía a las incineradoras pueden provocar el riesgo de nacidos con espina bífida (defecto congénito del cerebro, columna vertebral o de la médula espinal), defectos cardíacos congénitos y anencefalia (malformaciones en la cabeza de los bebés durante la gestación). Sumado a esto, someterse a bajas dosis de dioxinas por largo plazo ocasiona alteraciones de la función de las hormonas sexuales, de la inmunidad, efectos teratogénicos (cualquier agente o elemento capaz de producir en el embrión o feto una alteración en su desarrollo normal) y de la maduración.
Con respecto a este tema, la Organización Mundial de la Salud resalta la presencia de sustancias producidas por la combustión de residuos que pueden ser cancerígenas y la posibilidad de poner en riesgo a los trabajadores por una fuga o liberación directa que afectaría a la comunidad circundante. Además, la Organización emitió evitar instalar estas plantas en sectores de bajos recursos socioeconómicos donde viven poblaciones en condiciones de vulnerabilidad.
Continuando con el informe de PERPA, se destaca que, aunque la magnitud del riesgo individual no tenga un alto grado de gravedad, el impacto de la contaminación, de todos modos, va a ser considerable debido a que la exposición afecta a la población en general.
Según la Especialización en Gerencia Ambiental y Desarrollo Sostenible Empresarial, al no tener noción de la composición de la materia prima, es decir, de los residuos, la carga contaminante que va a ser producida es heterogénea y difícil de controlar en su totalidad. Sobre esto, Valiente afirma: "El principal problema de quemar basura es que no se sabe qué estas quemando, entonces tener un control para evitar disminuir esos riesgos es difícil porque no sabes si en la basura va a venir una pila, metales pesados, pintura, etc., es imposible controlar qué se va a meter en esos hornos. Entonces, es muy difícil evitar que el producto de esa combustión termine contaminando el aire".
Asimismo, la incineración se plantea como una solución para aminorar los residuos, pero según el informe presentado por la Fundación Ambiental y Recursos Naturales (FARN), solo reduce su volumen pero los transforma en residuos peligrosos. "Hay un problema adicional que es que la basura no desaparece, sufre una transformación muy grande, en este caso que es quemada. De esas partículas volátiles, genera otras cenizas que quedan en el fondo del horno. Obviamente, ocupan menos lugar que la basura que se introdujo, pero igualmente ocupan espacio. Son residuos peligrosos, no se pueden disponer en un relleno sanitario tradicional, esas cenizas hay que tratarlas de una forma especial, y deben ser enterradas en un relleno de seguridad. Es una técnica mucho más costosa y rigurosa. Entonces, es mentira que la incineración resolvería el tema de dónde ponemos la basura, resolvería el volumen pero nos generaría un problema adicional que sería, ¿dónde ponemos esas cenizas que son terriblemente contaminantes y peligrosas?", opina el integrante del equipo técnico de FACCR.
Sumado a esto, FARN afirma que las plantas incineradoras producen entre un 25% a un 30% de residuos debido a la combustión, y en algunos casos, puede llegar al 40%. Este proceso provoca dos tipos cenizas, por un lado, las llamadas cenizas de fondo o escorias, que son producto del 20% al 30% del residuo y que se depositan en los hornos. También se encuentran las cenizas volantes que quedan entre el 1% al 3% en los filtros y no alcanzan a ser detectadas ni capturadas por los sistemas de control.
Según la Especialización en Gerencia Ambiental y Desarrollo Sostenible Empresarial, la energía que se necesita para incinerar los productos es mayor que la que se puede extraer del material incinerado, por lo que recomienda poner en práctica otro tipo de sistema de reciclaje.
Desde FACCR opinan que la incineración es un camino equivocado para resolver el tema de los residuos. Establecen que la mejor opción es fortalecer el sistema de reciclado inclusivo que existe en la Ciudad de Buenos Aires y extenderlo a toda el Área Metropolitana, ayudando a que la gente que se encarga de reciclar lo puedan hacer en mejores condiciones. Por último, anuncian que se podría implementar programas de compostaje para la fracción orgánica o un programa de biodigestión para lo que fue separado correctamente en origen. Estas dos técnicas son consideradas más "amigables" con el ambiente.
En nombre de la Federación, Alejandro Valiente afirma: "Nosotros entendemos que impulsar la incineración o quema de basura como técnica final para el tratamiento de los residuos va en contra de los esfuerzos que está haciendo la sociedad para reciclar".