Notas Adicionales

Termovalorización y el mundo en contra

La humanidad evoluciona y aprende de sus mismos errores. Gracias a que la gente se moviliza y se interesa en el planeta se puede asegurar un futuro más limpio y afianzar el equilibrio ambiental.

Teniendo en cuenta los antecedentes de la termovalorización, en la década de los ´80 en Estados Unidos, ciudadanos organizados detuvieron a más de 300 proyectos de instalación de incineradores. En 2003, en Uruguay, más de 2500 personas firmaron una petición por el cierre de un incinerador de residuos médicos. En Alemania, alrededor de 12000 personas se negaron a aceptar un proyecto que generaba energía a partir de la incineración de residuos. Por otro lado en México, 30 organizaciones locales detuvieron la puesta en marcha de un horno de incineración.

La comunidad internacional, luego de observar las movilizaciones desarrolladas en diferentes países, en 2001 adoptó el Convenio de Estocolmo sobre Compuestos Orgánicos Persistentes (COP). Luego de haber sido ratificado por cincuenta países, el convenio se puso en vigencia tres años más tarde con 91 firmas, entre ellas, la de Argentina.

Este acuerdo tiene como fin reducir o minimizar la descarga de doce sustancias tóxicas que identifica a los incineradores como la principal fuente de emisión. Además, promueve que se utilicen diferentes y mejores prácticas ambientales.

Según la Especialización en Gerencia Ambiental y Desarrollo sostenible Empresarial, en 2019 gran cantidad de países desarrollados continuaron utilizando el proceso de termovalorización de residuos en sus territorios, como Rusia, Francia y China, ya que destinaban gran cantidad de presupuesto para el montaje de plantas de incineración con tecnologías modernas. Sin embargo, debido a los cambios climáticos que se están generando, la contaminación y la sobreexplotación de los recursos naturales, en varias partes del mundo tomaron la decisión de adoptar procesos contrarios a la incineración. Tanto en países de la Unión Europea como en Estados Unidos, se está impulsando una Economía Circular para incentivar el reciclaje de los residuos sólidos urbanos y desalentando la termovalorización. 

Planta de incineración en Madrid, España (EFE)
Planta de incineración en Madrid, España (EFE)

Al observar el caso de Dinamarca, siendo el país que más incinera en la Unión Europea y a su vez el  que más residuos posee per cápita, liderando el ranking desde hace más de 15 años con aumentos sostenidos desde 1995. Los últimos resultados arrojaron que en 2016 Dinamarca produjo 777 kilogramos de residuos.

Como se puede destacar, alrededor del mundo cada vez se genera más conciencia y comprensión sobre la real magnitud que causa el sistema de consumo y descarte en el ambiente. Se está dejando de lado la industria de la incineración para hacer hincapié en la prevención y en aumentar los niveles de recuperación de residuos.


Un camino hacia el desempleo 

No se producen mejoras en el ambiente, daña la salud de los trabajadores y de las comunidades próximas, incumple leyes y artículos, pero esto queda corto, ya que también para el proceso de incineración se emplean menos trabajadores que la industria del reciclaje.

Con respecto a esto, la Fundación Ambiente y Recursos Naturales en 2018 plasmó en un informe que las plantas de incineración generan bajos niveles de mano de obra mientras que el reciclado genera efectos totalmente diferentes. Este último proceso activa sectores de la economía gracias a la fabricación de productos reciclados y, por lo tanto, genera puestos de empleo.

Por su parte, en 2016 llevó a cabo un estudio United States Environmental Protection Agency (EPA) que se plantea que con una tasa del 34% de reciclado a nivel nacional, Estados Unidos aumentó la cantidad de empleos y de salarios e incentivó el desarrollo local. Según esta investigación, a partir de 2007, el reciclaje en Estados Unidos sumó 757.000 empleos, 36.000 millones de dólares en salarios y 6.700 millones de ingresos fiscales. Además, los datos que arrojó el "Institute for Local Self-Reliance", citados por EPA, fueron que para el reciclado de plástico es necesario 93 personas cada 10.000 toneladas, mientras que, en el proceso de la incineración, para eliminar la misma cantidad de residuos, sólo se emplea a 1 persona. Asimismo, se dio a conocer que la reutilización de materiales de computación es el sector que más empleo genera, ya que para 10.000 toneladas se contratan 296 personas.

Interior de la planta de incineración en Oslo, Noruega
Interior de la planta de incineración en Oslo, Noruega

Por otra parte, en el continente europeo, Greenpeace de España en el año 2010 anunció que la industria del reciclaje genera entre 4.000 a 22.000 más puestos de trabajo que las plantas de incineración. La ONG afirmó que el número de empleos que se ocupan por tonelada tratada con incineración de residuos es entre 7 a 39 veces menos que si se llevara a cabo el reciclaje o el proceso de recuperación de material.

Con respecto a Argentina, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en 2018 anunció que alrededor de 5.300 personas llevan a cabo la actividad de juntar residuos secos, sumado a que existen 12 Cooperativas de Cartoneros que brindan el servicio público de recolección de materiales secos en CABA. Por su parte, la Universidad de Cuyo en 2017, informó que en la provincia de Mendoza hay más de 1.000 recolectores urbanos, mientras que, en ese mismo año, según el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), en Rosario sumaban más de 3.000 cartoneros.

Además, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el 2017 la gestión de residuos sólidos y líquidos en Argentina estaban distribuidos en 48.000 puestos de trabajo. Sin embargo, estos sectores de recolección, clasificación y reciclado están en disputa por los mismos recursos que las plantas de incineración debido a que estas suelen usar los mismos materiales que pueden ser reinsertados en la industria del reciclado.

Tal como anuncia FARN, el impacto de las tecnologías de incineración sobre el empleo en países emergentes o subdesarrollados es más profundo que otros países en desarrollo. Esto es producto la incidencia en los sectores más desprotegidos y vulnerables que encuentran como escape de esa situación la recolección y el reciclaje ayudando a reducir los índices de desocupación.

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